Actualmente la psicología cognitiva sigue siendo una importantísima parte de la psicología, tanto en investigación como en intervención y terapia. A su progreso han ayudado los descubrimientos en el ámbito de neurociencias y la mejora de las tecnologías que permiten escanear el cerebro para obtener imágenes sobre sus patrones de activación, como por ejemplo la fMRI, que aporta datos extras acerca de lo que pasa en la cabeza de los seres humanos y permite "triangular" la información obtenida en los estudios.
Sin embargo, cabe destacar que ni el paradigma cognitivista ni, por extensión, la psicología cognitiva están libres de críticas. Las investigaciones realizadas en el seno de la psicología cognitiva reposan sobre varios supuestos que no tienen por qué ser ciertos, como por ejemplo la idea de que los procesos mentales son algo distinto a la conducta y que lo primero causa lo segundo. Por algo es que, aún a día de hoy, existe el conductismo (o un descendiente directo de este, más bien, y no solo no ha sido totalmente asimilado por la escuela cognitiva, sino que además la critica duramente.